Los molinos de viento fueron esenciales durante siglos en la vida rural de la isla de Menorca y sus imponentes perfiles sobresalían entre los tejados de los pueblos.
Utilizando la energía producida por el viento, molían granos como el trigo, el centeno o la cebada.
La vida en un antiguo molino podía ser dura, ya que el trabajo requería mucho esfuerzo físico. Los molineros eran responsables de mantener el molino en buen estado, lo que incluía reparar las aspas y otros mecanismos. También se encargaban durante toda una vida de cargar y descargar los granos, por lo que es habitual observar que los escalones del molino están desgastados. No era extraño trabajar jornadas de sol a sol. Sin embargo, los molineros eran muy valorados por la comunidad, por su papel en la producción de alimentos.
Hoy en día, solo unos pocos de estos molinos se han conservado y restaurado en Menorca, y ofrecen una oportunidad única de experimentar cómo era la vida en el campo.
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