Estos días los habitantes de Menorca estamos siendo testigos de un acontecimiento sorprendente. Estamos disfrutando de playas desiertas.
Y es que ni los más mayores del lugar recuerdan haber visto las playas así antes…
Lo cierto es que desde la bien avanzada década de los años 50 del siglo pasado, cuando despegó el turismo de masas en España, nadie había tenido la oportunidad de volver a observar la costa de Menorca como lo estamos haciendo ahora. Lo más parecido solo lo habíamos ojeado entre las viejas fotografías de tono sepia del baúl de nuestras abuelas.
En estos momentos puedes fotografiar playas enteras totalmente vacías sin la tiranía de tener que borrar nada con Photoshop (algo que, hasta hoy, solo se podía conseguir en invierno).
De hecho está siendo una oportunidad de oro para redescubrir una isla que los que hemos vivido aquí siempre, incluso yo el autor de la serie de vídeos Lugares Secretos de Menorca, creíamos conocer al 100%.
Sin las distracciones de los bañistas y las embarcaciones están surgiendo ante mí nuevas y exquisitas sensaciones de primavera y verano, que hasta ahora se me habían escapado.
Enfrentarte a una hermosa playa de fina arena blanca, contorneada por frondosas plantas de manzanilla silvestre que emanan una fragancia tan sutil y persistente que no puedes olvidar, escuchar como chapotean los peces cuando saltan del agua o el canto de las aves acuáticas, es un torrente de placeres para los sentidos que se quedarán grabados a fuego en mi memoria, y que ningún formato digital, por mucha definición que tenga, podrá reproducir jamás…
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