Menorca en Semana Santa

Si en fotografía existe una “hora mágica” en la que la luz está en su punto perfecto para tomar buenas fotografías, “la Semana Santa es la época mágica para disfrutar de Menorca”.

Durante el día la temperatura asciende amablemente lo suficiente para poder liberarte de la tiranía de las prendas de invierno (al menos durante unas horas), y ponerte en manga corta mientras disfrutas de largas excusiones por el Cami de Cavalls. Por cierto, ¡cógete una gorra, ya que un sol traicionero de temprana primavera puede llegar a noquearte!

Si te toca un día soleado la temperatura diurna te permitirá adentrarte descalzo unos metros en la orilla de cualquier cala que encontraremos, casi desierta, y los más vigorosos se podrán dar un chapuzón de pocos minutos que les revitalizará tanto cuerpo como alma (Mejor que los pozos de agua fría de un Spa, ¡pero gratis!).

Y por la noche la temperatura desciende gradualmente lo suficiente como para que pasar unas horas junto a un cálido fuego de chimenea se convierta en una de las mayores exquisiteces de la vida.

También encontraremos la oferta gastronomía y cultural de la isla en su momento más óptimo. Ahora es el momento de visitar museos sin prisas y sin colas y de reservar en aquel restaurante que nos habían recomendado y que siempre está lleno en verano.

Por ejemplo, el Museo militar de La Mola no es muy recomendable en pleno verano por la mala combinación del calor abrasador y las grandes distancias a recorrer, pero en estos días se puede convertir en una deliciosa experiencia.

Conseguir la mejor mesa del mejor restaurante de la isla y que te atiendan con toda la dedicación que podamos desear es algo que solo se puede conseguir en Semana Santa. Incluso los camareros están frescos y rebosan raudales de simpatía al inicio de temporada.

Pero sería un olvido imperdonable cerrar este pequeño post sin referirme a los maravillosos colores que visten la isla de Menorca durante la primavera.

El comienzo de la floración de miles de especies de plantas, sumado a las aves que revolotean bajo un manto de azul intenso, que se funde en un fondo marino transparente de colores turquesa, es un espectáculo que solo se puede valorar viviéndolo en persona.